Desperté. Todo había sido un sueño.
Miré por la ventana, vi los mismos edificios de siempre, con sus antenas, tejas y tejados. El cielo tenía un color especial, estaba envuelto en nubes, pero éstas....nadaban hacia dentro. De pronto comenzó a llover y la cortina de agua que veía en el horizonte comenzó a tomar forma. Las gotas cada vez más fuertes y el viento cada vez más violento. Esa cortina se convirtió en un implacable tornado. Salí corriendo, llegué al sótano y cerré los ojos.
Desperté. Todo había sido un sueño.
Me encontraba en la cama de la casa de mi pueblo, era verano y el sol resplandecía. Pensando en lo ocurrido salí a dar un paseo. Volviendo a casa, la brillante luz se convirtió en gris. Empezó a hacer frío y viento. La arena comenzó a volar y apreté el paso. Tras de mí se formó un tornado. Sin saber muy bien cómo, llegué a casa, me resguardé bajo la mesa y volé.
Desperté. Todo había sido un sueño.
-¿Nena, estás bien?
Todo había sido un sueño, y yo estaba en una hermosa playa, en una toalla, dormida, con él. La mar tranquila, una brisa refrescante... era perfecto.
- Vámonos, va a anochecer.
Emprendimos el camino de vuelta y las nubes nacieron. Del cielo calló lo que mis ojos vieron formarse a tan solo unos metros de nosotros. Esta vez era real, y no podíamos escapar. Cogí su mano y corrí.
Desperté. Todo había sido un sueño.
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